De acuerdo con la Unicef, los movimientos sociales “son esfuerzos conjuntos de ciudadanos, grupos y comunidades vinculados por metas similares que se autoorganizan para actuar y superar su condición, abordar problemas sociales juntos o resistir la dominación”.
Las protestas, dicen los expertos, son una de las tantas expresiones sociales que buscan generar algún cambio y regularmente se nutren cuando aglutinan a más gente interesada en exigir que sea atendido algún tema social no resuelto.
Si algo nos ha enseñado la historia mundial y en México, es que este tipo de movilizaciones no sólo han mostrado inconformidades, sino que en algunos casos modifican el curso de la vida para beneficio de la misma sociedad.
Casos como la movilización por el sufragio femenino, el movimiento contra el apartheid en Sudáfrica, el black lives matter, la Primavera Árabe y la lucha por los derechos del colectivo LGBTTTIQ+ son solo algunos momentos en los que la exigencia social ha escrito la memoria colectiva.
En México no estamos exentos de movilizaciones que han tenido un estrecho vínculo en cómo contamos la historia del país. Por ello, y ante el actual clima de protestas magisteriales, en Nación321 recordamos las protestas que moldearon nuestra sociedad.
CNTE Y SHEINBAUM
Actualmente el gobierno de la morenista Claudia Sheinbaum enfrenta una compleja situación con el magisterio.
Desde hace unos días estalló un descontento magisterial de la CNTE que ha provocado una serie de manifestaciones, movilizaciones y protestas para presionar la derogación de la Ley del ISSSTE del 2007, entre otras peticiones que parecen no poder ser postergadas.
La misma presidenta Claudia Sheinbaum reiteró su postura de criticar los métodos de protesta de los maestros, que ahora se sabe son mayoritariamente de Oaxaca, Chiapas y Guerrero.
Dijo que además de dejar a los niños sin clases, se está afectando a los ciudadanos de la Ciudad de México, con manifestaciones en puntos claves como el Aeropuerto Internacional, y Paseo de la Reforma así como la agresión a periodistas. Lo anterior le valió al magisterio la comparación con el PRI, el PAN y la derecha.
En respuesta, la CNTE afirmó que “son 45 años de lucha y resistencia, no nos pueden asociar con priistas y panistas, y un montón de sinvergüenzas“.
“Ahora dicen que los de la CNTE vamos a fortalecer a la ultraderecha y que recibimos orientación y hasta financiamiento de ellos. Pónganse de acuerdo gobierno: la CNTE lucha por sus derechos y a quien gobierne y quien llegue le vamos a exigir justicia laboral", afirmaron en conferencia.
En este sentido, los maestros indicaron que, sin importar el gobierno en turno, ellos defenderán sus derechos laborales.
“Gobierne quien gobierne los derechos los defendemos. Han estado el PRI y el PAN en el poder y la CNTE tiene vigencia, lo que no es correcto es que apliquen el mismo método de denostación del movimiento", acotaron.
Y aunque el fin de semana de la Elección Judicial, una parte del magisterio prometió retirarse de un plantón que colocaron en el Zócalo de la Ciudad de México, lo cierto es que llegó este lunes sin que se fueran y por el contrario advirtieron que más docentes arribarán, hasta que logren una reunión directa con la presidenta Claudia Sheinbaum.
CNTE Y LA REFORMA DE EPN
Como parte de un ambicioso plan de reformas, el gobierno de Enrique Peña Nieto impulsó, en 2012, la llamada reforma educativa.
Arropado por el Pacto por México que firmaron el PRI, el PAN y el PRD para darle salida a los cambios constitucionales en materia energética, telecomunicaciones y educativa, el gobierno del priista puso en marcha una modificación constitucional que no cayó nada bien en el magisterio.
La reforma educativa supuso una modificación a la Ley General de Educación y se dotó de mayor autonomía al Instituto Nacional de Evaluación Educativa, que sometería a maestros a evaluación para calificar sus conocimientos, algo que caló hondo y generó una división entre el gobierno y el sector educativo.
Peña Nieto esperaba que su reforma fuera la base que mejoraría la educación en el país, con maestros más y mejor calificados, sin embargo, la CNTE opinaba distinto.
Señaló que la reforma, “lejos de propiciar mejores condiciones para el trabajo de los docentes, para el desempeño de los estudiantes o, en síntesis, para lograr un ‘México con educación de calidad’, la política educativa ha generado una enorme incertidumbre laboral, así como un muy desfavorable entorno educativo para la niñez y la juventud”.
El encono favoreció un clima de protesta que se esparció en prácticamente todos los estados, con marchas multitudinarias que exigían echar atrás esta modificación constitucional.
Las movilizaciones llegaron a las principales plazas públicas, como el Zócalo capitalino, donde maestros instalaron campamentos para forzar las pláticas con el gobierno federal, quien no tenía intenciones de retroceder ni un centímetro en sus planes.
AYOTZINAPA, UNA HERIDA ABIERTA
Uno de los capítulos más oscuros de la historia del país tiene como estandarte la desaparición de 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural Isidro Burgos de Ayotzinapa.
Desde que se supo de esta situación en el gobierno del priista Enrique Peña Nieto, la preocupación social se hizo presente en diferentes puntos del país, desatando indignación y protestas que lo mismo tenían eco en universidades, en iglesias que en las calles y carreteras.
Las movilizaciones se multiplicaron por decenas en toda la República bajo la misma pregunta: ¿dónde están los 43 de Ayotzinapa?
La movilización más sonada hasta entonces se dio a principios de noviembre: una marcha convocada en solidaridad con los normalistas de Ayotzinapa desaparecidos terminó alrededor de la medianoche con la quema parcial de la puerta principal de Palacio Nacional.
La protesta, en la que participaron alrededor de 15 mil personas el 8 de noviembre de 2014, fue en rechazo a la versión de la entonces Procuraduría General de la República (PGR) que sugería que los 43 normalistas habían sido asesinados y quemados en el basurero de Cocula, Guerrero.
La indignación en ese momento se encontraba a flor de piel. Hacía apenas un par de meses que el crimen había sido efectuado y en la marcha se respiraba un ambiente de tristeza pero también de apoyo a los familiares de las víctimas. “¡Fue el Estado!, ¡Fuera Peña! y ¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!”, fueron algunas de las consignas de los asistentes.
Antes de que surgiera la propuesta de quemar la puerta, un grupo de activistas dio lectura a un comunicado en el que externó su hartazgo por la impunidad y la corrupción que impera en México.
Los ánimos se avivaron y las personas comenzaron a golpear el portón con las vallas metálicas que se encontraban en el Palacio Nacional. Tras lograr abrir un boquete, arrojaron gasolina y encendieron fuego.
Las llamas fueron sofocadas desde el interior con chorros de agua y extintores. Luego, un grupo de granaderos se enfrentó con los manifestantes y piedras volaron desde ambos bandos.
Al menos 15 personas fueron detenidas en una marcha que solo exigía que se aclarara, científica y verazmente, la desaparición de mas de una cuarentena de alumnos.
Desde entonces, las marchas por este hecho se multiplican mensual y anualmente, incluso algunos contingentes se unen a otras marchas como la del 2 de octubre.
REPRESIÓN CONTRA MAESTROS EN OAXACA
A finales de mayo de 2006, el sector magisterial se encontraba apostado en el Zócalo de Oaxaca, exigiendo desayunos escolares, incremento de becas, libros, materiales didácticos, zapatos, uniformes para los alumnos.
Sin embargo no sabían que su movilización se enfrentaría a uno de las represiones más violentas de las que se tenga memoria en la entidad.
El sector, golpeado por la marginación y motivado por mejores condiciones laborales, buscaba diálogo con el gobierno local.
Pero el 14 de junio de ese año, cuando aún no salía el sol, el gobierno del priista Ulises Ruiz ordenó a la Policía Estatal desalojar a los docentes.
El desalojo, sin embargo, no fue amable, más bien se tornó violento y los uniformados golpearon a maestros, estudiantes y padres de familia, quienes respondieron a las agresiones.
El enfrentamiento incluyó armas, palos, piedras, gas lacrimógeno, fuego, y hasta bombas molotov, con las que se destruyeron casas de campaña; el ‘operativo’ estuvo reforzado por helicópteros.
Tras el ataque, miembros de la sociedad como padres de familia, organizaciones y normalistas salieron a las calles a brindar su apoyo a los maestros, incluso algunos de los heridos fueron atendidos en las banquetas y otros más fueron trasladados a hospitales.
Luego de esta sangrienta represión, y en apoyo a los maestros, se constituyó la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), integrada por más de 365 organizaciones sociales de toda la entidad.
TLATELOLCO NO SE OLVIDA
El 2 de octubre de 1968, miles de estudiantes se reunieron para realizar un mitin en la Plaza de las Tres Culturas, ubicada en la unidad habitacional de Tlatelolco. El objetivo de la reunión era dar a conocer un pliego petitorio de 6 puntos al gobierno de Gustavo Díaz Ordaz.
A las 6:10 de la tarde, un helicóptero lanzó una bengala sobre la plaza. Entonces, comenzaron a surgir disparos desde lo alto de los edificios.
Ante ello, los miembros del Ejército que resguardaban la concentración —una práctica usual en la época— optaron por repeler la agresión y dispararon contra la multitud.
Ante el intercambio de fuego, la multitud se dispersó y varias personas buscaron refugiarse en alguno de los edificios que rodean a la plaza.
Sin embargo, en las horas siguientes al inicio de la masacre, agentes militares y policíacos realizaron cateos y detenciones ilegales de manifestantes dentro de varios departamentos de Tlatelolco.
Con el tiempo, se reveló que quienes iniciaron los disparos el 2 de octubre fueron miembros del Batallón Olimpia, un grupo de agentes del gobierno federal.
Tras la confusión inicial por los disparos, miembros de ese grupo paramilitar y del Ejército se coordinaron para detener ilegalmente a decenas de estudiantes.
En ese mismo año surgieron varios movimientos y manifestaciones antiautoritarias en el mundo. Por ejemplo, en Francia ocurrió el llamado mayo del 68, que consistió en protestas conjuntas entre estudiantes y trabajadores.
En el caso de Estados Unidos, ese año se caracterizó por las manifestaciones en contra de la guerra de Vietnam y las protestas por el asesinato de líderes pro derechos civiles como Martin Luther King.
En México se gestionó un movimiento estudiantil, el cual surgió a finales de julio de 1968, cuando la UNAM y el IPN formaron un frente común, que incluía a la mayoría de las escuelas de nivel superior y medio superior del país, con demandas de democratización y a favor de los derechos civiles.
El movimiento se originó a partir de la represión e intervención militar y policial en instituciones educativas. Ante ello, se formó el Consejo Nacional de Huelga (CNH) para coordinar las protestas de estudiantes y académicos afines al movimiento.
El 2 de octubre de 1968, el movimiento estudiantil realizó un mitin, luego de que un día antes el Ejército desocupara la Ciudad Universitaria de la UNAM, a la que había ingresado desde el 18 de septiembre anterior.
El mitin de la Plaza de la Tres Culturas se realizó tan solo 10 días antes de que se inauguraran los Juegos Olímpicos de México, por los cuales la ciudad y el país serían el centro de atención de los medios de todo el mundo, al menos por un par de semanas.
Ahora, anualmente se llevan a cabo movilizaciones y marchas que rememoran la represión del Estado mexicano y la muerte de alumnos de cuya cifra sigue sin haber datos oficiales.
