La elección de un nuevo Papa marca solo el inicio de una compleja secuencia de rituales y protocolos que consolidan su autoridad como líder espiritual de más de mil millones de católicos.
Este jueves, la tercera votación del Cónclave concluyó con la esperada fumata blanca que emergió de la chimenea de la Capilla Sixtina, confirmando que la Iglesia ya tiene nuevo Pontífice: el cardenal Robert F. Prevost, de origen estadounidense y en funciones en Perú, ha sido elegido como el Papa número 267 y ha tomado el nombre de León XIV.
Se convirtió así en el segundo Papa proveniente del continente americano y el primero de la orden de los agustinos.
¿QUÉ SIGUE DESPUÉS DE ELEGIR AL PAPA?
A partir del momento en que se alcanza la mayoría de dos tercios entre los cardenales electores, se activa un ritual estricto. El elegido es interrogado en latín: “¿Acceptasne electionem de te canonice factam in Summum Pontificem?” (¿Aceptas tu elección canónica como Sumo Pontífice?). Si da su consentimiento, se le pregunta: “¿Quo nomine vis vocari?” (¿Con qué nombre deseas ser llamado?).
El nuevo Papa se retira entonces a la conocida Sala de las Lágrimas, un pequeño espacio adyacente donde se viste por primera vez con la sotana blanca papal. En ese lugar íntimo puede meditar brevemente mientras escoge entre las sotanas preparadas en diferentes tallas.
Una vez revestido, regresa a la Capilla Sixtina, donde recibe el homenaje de los cardenales, quienes se acercan uno a uno para expresarle obediencia y respeto. Tras este acto solemne, se entona el Te Deum, el himno de acción de gracias que marca la conclusión oficial del cónclave.
La atención se traslada entonces al exterior. El cardenal protodiácono aparece en el balcón central de la Basílica de San Pedro y anuncia al mundo: “Annuntio vobis gaudium magnum; habemus Papam!”, revelando el nombre que el nuevo Pontífice ha elegido.
Poco después, el Papa León XIV, como ya lo hizo, se presentó ante la multitud congregada en la Plaza de San Pedro, precedido por la cruz procesional, e imparte su primera bendición Urbi et Orbi (a la ciudad y al mundo), acto que sella públicamente el inicio de su pontificado.
Aunque la elección ya ha sido proclamada, aún queda un paso importante: en una fecha próxima, el nuevo Papa deberá tomar posesión de la Archibasílica de San Juan de Letrán, la catedral del Obispo de Roma. Solo entonces quedará completamente cerrada la transición y formalizada la sucesión apostólica.