El atentado contra el senador y precandidato presidencial colombiano Miguel Uribe Turbay ha sacudido a la comunidad internacional y ha generado un amplio rechazo por parte de gobiernos, organismos multilaterales y líderes políticos de todo el mundo.
Uribe Turbay se encuentra en estado crítico en la Fundación Santa Fe de Bogotá, tras recibir varios disparos —uno de ellos en el cráneo— cuando salía de un evento en la localidad de Fontibón, en la capital colombiana. El presidente Gustavo Petro prometió una investigación exhaustiva, mientras las reacciones globales no se han hecho esperar.
Desde Santiago de Chile, el presidente Gabriel Boric expresó su condena al ataque mediante un comunicado oficial, recordando que en una democracia, “la violencia no tiene cabida ni justificación”.
El presidente de Ecuador, Daniel Noboa, también se solidarizó con el pueblo colombiano y la familia del senador: “Acompañamos a la familia del senador Uribe Turbay y condenamos toda forma de violencia e intolerancia”, escribió en redes sociales.
Desde Paraguay, el presidente Santiago Peña advirtió sobre el impacto de este tipo de hechos en el orden democrático: “Repudiamos enérgicamente el atentado contra el senador Miguel Uribe Turbay en Colombia. Este hecho representa una grave amenaza a la democracia y al orden institucional. Nuestra solidaridad con el senador, su familia y el pueblo colombiano. No hay lugar para la violencia en una región que apuesta por la paz y el Estado de derecho”.
La Unión Europea, a través de su embajador en Colombia, Gilles Bertrand, expresó su “repudio absoluto” al atentado y pidió a las autoridades identificar tanto a los autores materiales como intelectuales del ataque.
Por su parte, el Gobierno de España manifestó de forma contundente su rechazo a través del Ministerio de Asuntos Exteriores: “El Gobierno de España condena rotundamente el intento de asesinato” contra Uribe Turbay. Añadió que “la violencia no tiene cabida en nuestras sociedades”, y envió sus deseos de pronta recuperación al senador y su solidaridad con su familia y el pueblo colombiano.
Desde México, la Secretaría de Relaciones Exteriores también se pronunció: “El Gobierno de México, por conducto de la Secretaría de Exteriores, condena enérgicamente el atentado contra el senador colombiano Miguel Uribe Turbay, ocurrido esta tarde en Bogotá. La violencia política es inadmisible”.
El Gobierno de Venezuela expresó su postura en un comunicado oficial: “Rechazamos todo acto de violencia que busque afectar la estabilidad política y social de Colombia”, al tiempo que confió en que las autoridades colombianas realizarán “una investigación exhaustiva y transparente sobre este lamentable suceso”.
En el ámbito interno, la condena también ha sido enérgica. El Cuerpo de Generales y Almirantes en Retiro de las Fuerzas Militares calificó el ataque como un “acto cobarde” que constituye una “grave amenaza contra la democracia”.
Además, un colectivo encabezado por el expresidente colombiano Iván Duque advirtió que el atentado es consecuencia de la polarización: “Este acto criminal es el resultado de una peligrosa combinación de estigmatización, discursos de odio y manipulación de la juventud por parte de sectores que buscan deslegitimar a quienes piensan distinto”, afirmó en un comunicado.
En Estados Unidos, el senador Marco Rubio vinculó directamente el atentado con el clima político en Colombia: “Estados Unidos condena enérgicamente el intento de asesinato del senador Miguel Uribe. Esto constituye una amenaza directa a la democracia y es resultado de la violenta retórica izquierdista proveniente de las más altas esferas del gobierno colombiano”.
Rubio añadió: “El presidente Petro debe moderar su discurso incendiario y proteger a los funcionarios colombianos”, y pidió que los responsables sean llevados ante la justicia.
Mientras tanto, el Gobierno colombiano, que “condena de manera categórica y contundente el atentado”, trabaja a contrarreloj en la investigación del caso. La comunidad internacional observa con atención el desarrollo de los acontecimientos, consciente de que la estabilidad democrática de Colombia está en juego.