Fue un ataque sin precedentes que se gestó durante años, con algunas maniobras de distracción de último minuto destinadas a darle a la operación un poderoso elemento de sorpresa.
Pilotos de Estados Unidos lanzaron bombas de 13 mil 600 kilogramos (30 mil libras) el domingo temprano sobre dos plantas clave de enriquecimiento de uranio subterráneas en Irán, asestando lo que los líderes militares estadounidenses creen que es un golpe decisivo a un programa nuclear que Israel considera una amenaza existencial y al que ha estado atacando durante más de una semana.
Marineros estadounidenses reforzaron la misión sorpresa disparando docenas de misiles de crucero desde un submarino hacia al menos otro sitio.
Las autoridades de Estados Unidos señalan que el plan, apodado Operación Martillo de Medianoche, se caracterizó por un “ataque de precisión” que “devastó el programa nuclear iraní”, si bien reconocieron que apenas se está llevando a cabo una evaluación de resultados. Por su parte, Irán negó que se hubiera producido algún daño significativo y la República Islámica prometió represalias.
Despegando desde el corazón de Estados Unidos, bombarderos furtivos B-2 lanzaron un total de 190 mil 500 kilogramos (420 mil libras) de explosivos, asistidos por una armada de aviones cisterna de reabastecimiento y aviones de combate, algunos de los cuales dispararon sus propias armas.
Las autoridades estadounidenses afirmaron que Irán no detectó la andanada entrante, ni logró disparar contra los aviones estadounidenses furtivos.
La operación se basó en una serie de tácticas engañosas y señuelos para mantener el secreto, dijeron funcionarios estadounidenses horas después del ataque, que fue precedido por nueve días de ataques israelíes que debilitaron el liderazgo militar y las defensas aéreas de Irán.
Un plan de señuelo y el engaño de Trump
Incluso antes que los aviones despegaran, ya estaban en juego elementos de distracción. Después de poner en marcha partes del plan, Trump anunció públicamente el jueves que tomaría una decisión en dos semanas sobre si atacar a Irán, ostensiblemente para permitir más tiempo para negociaciones, pero en realidad enmascarando el ataque inminente.
Un grupo de bombarderos furtivos B-2 viajó hacia el oeste desde Missouri el sábado como señuelos, atrayendo la atención de observadores de aviones aficionados, funcionarios gubernamentales y algunos medios cuando se dirigían hacia una base aérea estadounidense en el Pacífico.
Al mismo tiempo, otros siete B-2 que llevaban dos bombas “antibúnkers” volaron hacia el este, manteniendo las comunicaciones al mínimo para no llamar la atención.
El general de la Fuerza Aérea Dan Caine, presidente del Estado Mayor Conjunto, dijo en la sesión informativa del domingo que todo era “parte de un plan para mantener la sorpresa táctica” y que sólo “un número extremadamente pequeño de planificadores y líderes clave” lo sabían en Washington y Florida, donde se encuentra el Comando Central de Estados Unidos.
Después de 18 horas de vuelo furtivo que requirió reabastecimiento aéreo, los bombarderos B-2 Spirit armados, cada uno con dos tripulantes, llegaron a tiempo y sin ser detectados en el Mediterráneo Oriental, desde donde lanzaron sus ataques. Antes de cruzar a Irán, los B-2 fueron escoltados por aviones de combate furtivos y aviones de reconocimiento estadounidenses.
Un gráfico publicado por el Pentágono mostró la ruta de vuelo pasando sobre Líbano, Siria e Irak. No estaba claro si esos países fueron notificados del sobrevuelo estadounidense con anticipación. La mayoría de los legisladores estadounidenses tampoco fueron informados, al tiempo que algunos republicanos señalaron que recibieron un breve aviso de la Casa Blanca antes del ataque.
“Nuestros B-2 entraron y salieron y regresaron sin que el mundo lo supiera en absoluto”, dijo el secretario de Defensa Pete Hegseth a los periodistas el domingo.
Un ataque multifacético
Cerca de una hora antes que los B-2 entraran en Irán, Caine dijo que un submarino estadounidense en la región lanzó más de dos docenas de misiles de crucero Tomahawk contra objetivos clave, incluido una instalación en Isfahán donde se prepara uranio para el enriquecimiento.
A medida que los bombarderos estadounidenses se acercaban a sus objetivos, estaban atentos a los aviones de combate iraníes y misiles tierra-aire, pero no encontraron ninguno.
A las 6:40 de la tarde en Washington y 2:10 de la mañana en Teherán, el primer bombardero B-2 lanzó su par de penetradores de artillería masiva GBU-57 sobre la planta de enriquecimiento de uranio profundamente enterrada de Fordo. Fue la primera vez que estos llamados “antibúnkers” se usaron en combate. Cada bomba de 13.600 kilogramos (30.000 libras) está diseñada para penetrar en el suelo antes de detonar una enorme ojiva.
El sitio de Fordo recibió la mayor parte del bombardeo, aunque un par de las enormes bombas también se lanzaron sobre un sitio de enriquecimiento de uranio en Natanz.
Las bombas estadounidenses cayeron durante aproximadamente media hora, siendo los misiles de crucero disparados desde submarinos las últimas armas estadounidenses en alcanzar sus objetivos, que incluían un tercer sitio nuclear en Isfahan, detalló Caine.
Tanto Irán como el organismo de control nuclear de la ONU dijeron que no había señales inmediatas de contaminación radiactiva alrededor de los sitios.
Un vistazo a los números
La misión incluyó:
- 75 armas guiadas de precisión: Éstas incluyeron 14 bombas “antibúnkers” GBU-57 desplegadas por los siete bombarderos furtivos B-2 Spirit, y más de dos docenas de misiles de crucero Tomahawk lanzados desde un submarino estadounidense.
- 125 aeronaves, incluidos los bombarderos B-2, aviones de combate y aviones de reabastecimiento.
Una piloto femenina
Hegseth indicó el domingo que “nuestros muchachos en esos bombarderos están de camino a casa ahora mismo”.
Pero un funcionario estadounidense dijo que una mujer estaba entre los que pilotaban los bombarderos B-2. El funcionario habló bajo condición de anonimato porque no estaba autorizado a hablar públicamente sobre la misión.
Un poco de historia
Caine dijo que el uso de las bombas antibúnkers hizo que la misión fuera histórica, al igual que otros elementos.
“Esta fue la mayor operación de ataque de B-2 en la historia de Estados Unidos, y la segunda misión de B-2 más larga jamás volada, superada sólo por aquellas en los días posteriores al 11 de septiembre”, subrayó a los periodistas el domingo.