El mundo observa expectante el desenlace de una de las guerras más devastadoras del siglo XXI.
El conflicto entre Israel y Hamás, iniciado el 7 de octubre de 2023, ha dejado un saldo estimado de más de 67 mil palestinos muertos y marcó a una generación con imágenes de hambre, destrucción y desplazamiento masivo.

Pero el camino hacia la paz, si finalmente se concreta, ha sido largo, irregular y lleno de intentos frustrados desde diferentes flancos.
Tras casi dos años de bombardeos, sanciones, presiones diplomáticas y protestas globales, una mezcla de activismo civil, presión internacional y un giro inesperado en la política de Estados Unidos ha abierto una puerta, tenue pero real, hacia el fin del conflicto. En Nación321, te contamos cómo fue este recorrido:
2 AÑOS DE HORROR
El 7 de octubre de 2023, el grupo armado Hamás lanzó un ataque sorpresa contra Israel. Más de mil 200 personas murieron y unas 250 fueron tomadas como rehenes.
La respuesta israelí fue inmediata y prolongada: el primer ministro Benjamín Netanyahu declaró la guerra y la Franja de Gaza fue bombardeada sin descanso.
Escuelas, hospitales y refugios fueron destruidos. Organismos internacionales denunciaron que Israel utilizó el hambre como arma de guerra, bloqueando la entrada de alimentos y medicinas.
Naciones Unidas y varias organizaciones humanitarias comenzaron a hablar de “genocidio”, una palabra que durante meses los gobiernos occidentales evitaron pronunciar.
LA PRESIÓN DEL MUNDO
El aislamiento de Israel creció conforme aumentaban las cifras de víctimas y se multiplicaban las imágenes de dolor en rostros de niños y mujeres palestinos.
En mayo de 2024, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, rompió relaciones diplomáticas con el gobierno de Netanyahu, acusándolo de “genocida”.
Semanas después, España, Noruega e Irlanda reconocieron oficialmente al Estado palestino, una decisión que, aunque simbólica, elevó la presión internacional.
A lo largo de 2024, las treguas se multiplicaron y se rompieron con igual rapidez. Cada alto al fuego era interrumpido por un nuevo ataque o una incursión en Gaza. La desconfianza entre las partes parecía total.
Ni los llamados del entonces presidente estadounidense Joe Biden a un “alto el fuego humanitario” lograron detener la maquinaria bélica israelí.
EL ACTIVISMO GLOBAL: DE LONDRES A GAZA
Mientras los gobiernos debatían, la sociedad civil tomó las calles. Artistas, músicos y activistas se convirtieron en una fuerza moral contra la guerra que se hacía presente en decenas de países al rededor del planeta.
Bandas como Gorillaz y Massive Attack, el músico Roger Waters y el actor Javier Bardem encabezaron manifestaciones y campañas globales bajo el lema “Palestina libre”.
Pero la acción que marcó un punto de inflexión fue la de la activista sueca Greta Thunberg, quien en junio de 2025 se embarcó en la Global Sumud Flotilla, una misión marítima con más de 50 barcos que buscaba romper el bloqueo naval israelí y entregar ayuda humanitaria a Gaza.
La flotilla fue interceptada por las fuerzas israelíes y sus tripulantes, entre ellos Thunberg, quienes fueron detenidos y posteriormente deportados.
Desde Atenas, la activista declaró: “Este es el mayor intento jamás realizado para romper el asedio ilegal e inhumano de Israel por mar. Es una vergüenza que esta misión tenga que existir”.

Su arresto y posterior liberación provocaron una ola de indignación global. La imagen de Thunberg escoltada por militares israelíes se convirtió en un símbolo de resistencia y presión moral.
Desde ese momento, la opinión pública internacional cambió de tono, y con ella, las cancillerías de decenas de países, incluido México.
TRUMP Y EL GIRO INESPERADO
A mediados de 2025, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, asumió un papel de mediador que pocos anticipaban.
En julio, expresó su preocupación por “el hambre de los niños en Gaza” y pidió a Netanyahu “asegurar que reciban comida”.
Semanas después, presentó un plan de paz de 20 puntos, que incluía la liberación de rehenes, el desarme del grupo Hamás, la retirada parcial de tropas israelíes y garantías de seguridad para ambas partes.
Aunque el documento fue recibido con escepticismo, Hamás anunció su disposición a negociar bajo esas condiciones, lo que abrió un canal diplomático inédito.

Las conversaciones se trasladaron a Egipto, con la participación de mediadores de Qatar, Turquía y Estados Unidos.
Desde allí, Trump anunció en redes sociales: “Israel y Hamás acordaron la primera fase de un plan de paz. Todos los rehenes serán liberados y las tropas israelíes se retirarán a una línea acordada”.
Pese al tono triunfal, las negociaciones continuaron con cautela. Los informes sobre genocidio publicados por la ONU en septiembre de 2025 y el llamado de más de 50 países árabes e islámicos a sancionar a Israel terminaron por aislar diplomáticamente al gobierno de Netanyahu, que finalmente aceptó firmar el acuerdo, el pasado viernes 10 de octubre.
UN CIERRE AÚN INCIERTO
El presidente Trump confirmó su asistencia a la firma oficial del acuerdo de paz en Sharm el Sheij, Egipto, donde representantes de Israel y Hamás rubricarán el documento ante mediadores internacionales.
Será, según dijo el propio Trump, “una paz duradera y justa para ambas partes”. Pero en Gaza, la devastación sigue siendo visible: más de 60% de los edificios están destruidos y las heridas de la guerra —físicas y emocionales— tardarán años en sanar, al igual que el dolor por los muertos, desaparecidos y mutilados.
El papel de figuras como Greta Thunberg, la presión diplomática global y el cambio en el discurso estadounidense fueron claves para forzar un cese al fuego que parecía imposible.