En mayo de 2025, la industria automotriz mexicana registró una caída del 2 por ciento en producción y del 2.8 por ciento en exportaciones respecto al mismo mes del año anterior. Se fabricaron 358 mil 209 vehículos y se exportaron 301 mil 112 unidades.
La razón principal detrás de esta desaceleración radica en los aranceles impuestos por la administración de Donald Trump, enfocados especialmente en el sector automotriz, acero y aluminio.
Aunque las armadas que cumplen con el contenido regional del T-MEC fueron inicialmente exentadas, las importaciones de vehículos provenientes de México, que no están certificadas, enfrentan gravámenes de 25 por ciento.
Los efectos inmediatos ya son visibles. Los inversionistas reaccionaron negativamente, provocando caídas significativas en las acciones de las armadoras vinculadas a México. Por ejemplo, en el último mes, General Motors tuvo una caída del 3.5 por ciento; Ford, del 1.6 por ciento y Stellantis sufrió un retroceso del 6.5 por ciento.
Economistas han subrayado que estos aranceles carecen de lógica económica, ya que podrían incrementar hasta 12 mil dólares el precio unitario de ciertos modelos. Este incremento no solo afectaría al consumidor, sino que también impactaría a las mismas empresas estadounidenses involucradas.
En México, la industria automotriz es clave para la economía nacional: representa aproximadamente el 4 por ciento del PIB nacional y el 20.5 por cientto del PIB manufacturero, además de emplear directamente a más de un millón de personas. Alrededor del 80 por ciento de los autos fabricados en el país se exportan, principalmente hacia Estados Unidos.
La ralentización actual tiene efectos más allá de las armadoras; afecta también a la cadena de valor secundaria como proveedores de piezas, insumos y servicios logísticos.
Empresas como Mazda, Stellantis y Audi experimentaron caídas entre el 20 por ciento y el 34 por cientto en su producción y exportaciones durante mayo. En contraste, Toyota y Honda, con mayor integración regional, mostraron crecimiento.
Perspectivas y escenarios futuros
La evolución del sector automotriz dependerá principalmente de los siguientes factores:
-Revisión de la política arancelaria estadounidense. Trump ha impuesto aranceles de hasta un 50 por ciento sobre acero y aluminio. Aunque inicialmente concedió exenciones temporales a vehículos y autopartes bajo las reglas del T-MEC, la duración y estabilidad de estas exenciones en el mediano plazo son inciertas. La continuidad de estas políticas dependerá en gran medida del progreso que México logre en temas sensibles para Trump, como la migración y el tráfico de drogas, aunque persiste la incertidumbre sobre qué exactamente se considerará un avance significativo.
- Respuesta del gobierno mexicano. México ha manifestado claramente que, eventualmente, aplicaría medidas de represalia si EU insiste en los aranceles, argumentando que dichas medidas violan el T-MEC. En la próxima revisión del tratado, México buscará compromisos que brinden certidumbre en materia arancelaria, aunque se anticipa que EU también buscará obtener nuevas ventajas.
-Nearshoring y diversificación regional. La estrategia de nearshoring ha cobrado relevancia como alternativa frente a la tensión arancelaria. Numerosas empresas internacionales están relocalizando producción hacia México para aprovechar la proximidad al mercado estadounidense, la mano de obra competitiva y los acuerdos comerciales vigentes. La inversión extranjera directa en el primer trimestre del año respalda este optimismo.
-Estrategias de las automotrices. Algunas empresas podrían asumir los costos adicionales generados por los aranceles o modificar sus procesos para cumplir con las certificaciones regionales. Otras podrían trasladar algunas operaciones hacia plantas ubicadas en EU para evadir estas restricciones. No obstante, estos cambios requieren tiempo e inversiones significativas, por lo que su efecto no será inmediato.
Para mitigar el impacto de estos desafíos, México deberá asegurarse de mantener las exenciones actuales del T-MEC, buscar mecanismos efectivos de defensa comercial y acelerar su estrategia de nearshoring.
De lo contrario, podría enfrentar una reducción más profunda y sostenida en el PIB manufacturero, afectando al empleo y los ingresos nacionales.
La tarea inmediata es clara: equilibrar una respuesta política efectiva ante Trump, al tiempo que se implementa una estrategia sólida de relocalización industrial.
Solo así la industria automotriz mexicana podrá conservar su competitividad y evitar convertirse en moneda de cambio en futuras negociaciones comerciales con Estados Unidos.