La feria

Nada menos monolítico que la unidad del movimiento

Quien crea que la nueva Corte será una palanca mecánica y dócil no ha visto que la unidad servirá, como el discurso de ayer de Sheinbaum sobre Veracruz, para la propaganda.

La gobernadora de Veracruz, Rocío Nahle, se ganó un claro desmentido público de la presidenta (así habrá estado el regaño en privado) por andar declarando que el domingo Morena tuvo un “tropiezo” en las elecciones de esa entidad.

Claudia Sheinbaum usó ayer la mañanera para hablar no de México y sus problemas, sino de lo bien que le fue el domingo a las siglas que la llevaron a la Presidencia el año pasado. Palacio Nacional, metido al posdebate partidista: acuñando un guion de victoria electoral.

La presidenta trata de apuntalar una unidad hechiza. El Partido del Trabajo, al reivindicar que en solitario ganó 12.5% de los votos veracruzanos, dijo que Morena pecó de soberbia y consintió al Verde. De lo contrario, asegura el PT, habrían arrasado.


El intento de control de daños de Sheinbaum es comprensible. Durante más de 24 horas, tras la elección dominical en Veracruz y Durango, se dijo que Morena sufrió un golpe seco en los dos estados donde también hubo comicios este domingo.

Tanto se abocaron en Palacio el lunes a convertir en éxito la desairada elección judicial, y tan grises son las comunicaciones de los liderazgos formales morenistas, que ayer tuvo que salir la mismísima presidenta Sheinbaum a sumar los votos dominicales oficialistas para asegurar que Morena, Verde y PT tendrán más puestos y más población gobernada (así no hayan buscado en alianza muchos puestos).

El PT ha dicho que Morena no le da el trato que merece, y el Verde se acomoda como siempre, pero no sin resentir las ambiciones de los guindas, que podrían regatearle futuras candidaturas en elecciones venideras como San Luis Potosí o Quintana Roo, por ejemplo.

Urgida como está de mantener el discurso de la unidad, la presidenta suma votos en Veracruz que no corresponden al ánimo aliancista de los tres partidos que respaldaron su candidatura. Son cuentas raras para una científica, pero muy lógicas para alguien en la política.

Porque la unidad entre fuerzas políticas es algo muy ajeno a lo monolítico. El caso electoral de Veracruz sirve, igualmente, para prefigurar la Suprema Corte que tendremos a partir de septiembre, cuando entren en funciones las y los ministros elegidos este domingo.

Que las nueve ministras y ministros elegidos sean puros perfiles cercanos a Morena no quiere decir que reinará la armonía, o impulsos y decisiones en un solo sentido, ni criterios homogéneos o posiciones unificadas. Si ni entre familias pasa eso.

Todas y cada una de las personas que integrarán la Corte tienen su propia historia, ideas y agenda. Lo que representa el que se perfila como próximo presidente de la misma, Hugo Aguilar Ortiz, no necesariamente empatará con Lenia Batres, representante de un clan.

Lo mismo ocurre con Yasmín Esquivel: logró su objetivo de retener su asiento en la Suprema; además de a su trayectoria, su rol responderá a sus alianzas personales, a su deseo de protagonizar un peso distinto al que no pudo tener en la Corte que está por cerrar su ciclo, etcétera.

Tenían razón en Morena cuando criticaban que en la Corte se hacía política, tanto que ahora tendrán los liderazgos guindas en ese organismo un nuevo dolor de cabeza. La presidenta es identificada con algunos de los recién llegados, pero AMLO también…

Así que quien crea que la nueva Corte será una palanca mecánica y dócil no ha visto que la unidad servirá, como el discurso de ayer de Sheinbaum sobre Veracruz, para la propaganda, pero en el día a día, lo que ocurrió el domingo traerá sus propios retos de ambición y poder.

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