La feria

Desamparados

Una vez más, Morena se burló de especialistas que intentaron alertar al régimen de sus excesos en la reforma del amparo. Una vez más, dentro de Morena hubo esos que se prestaron a prometer foros que no sirven.

Si usted quiere gozar de algún tipo de amparo, aproveche que está en marcha la gran afiliación de Morena y corra a solicitar su inscripción como militante del organismo que le permitirá el único mecanismo más o menos funcional de cobijo en los tiempos por venir. Corra ya.

En esta semana, la presidenta Claudia Sheinbaum ha definido el abismo que existe entre quienes forman parte de la nueva familia gobernante y los mortales comunes. Las dos temáticas noticiosas más importantes son harto ilustrativas al respecto.

Quien crea que Palacio Nacional pedirá cuentas a la gobernadora de Veracruz, Rocío Nahle, quien, para empezar, en declaraciones previas a la inundación de Poza Rica minimizó el riesgo por el río Cazones, que vaya por un banquito y espere sentado.


La presidenta ha actuado con tino a la hora de hacerse presente en los sitios de la desgracia por las lluvias que afectaron a cinco estados, pero sin abrir ningún espacio –ni retórico, ni administrativo ni político– para revisar las actuaciones de las autoridades de todo nivel.

Sheinbaum incluso critica duramente a quienes demandan una revisión de lo acontecido. Su propuesta se limita a comprometerse a que las comunidades afectadas tendrán apoyos de distinta índole, directos e indirectos (restitución de infraestructura, por ejemplo), y todos felices.

En lo otro –que tanto instancias federales como locales rindan cuentas sobre la falta de preparación frente a las lluvias, la deficiencia de la alerta a las comunidades y la pésima respuesta a las demandas de ayuda–, la mandataria se muestra renuente a siquiera discutirlo.

Esto en cuanto a lo que se ha visto desde el viernes en torno a las precipitaciones “atípicas”. En el Congreso de la Unión ha ocurrido otra tormenta, ésta política, que muestra igualmente que la presidencia no ceja en su intento de ser el único vértice del poder.

Una vez más, Morena se burló de especialistas que intentaron alertar al régimen de sus excesos en la reforma del amparo. Una vez más, dentro de Morena hubo esos que se prestaron a prometer foros que no sirven. Esos cómplices no son tontos útiles, son algo más grave.

El caso es que la forma y el fondo de lo aprobado tiene a expertos, para decirlo en términos coloquiales, jalándose los pelos ante la duda de cuánto de que llegó ayer al Senado desde la Cámara de Diputados es más grave que la simple retroactividad que ya se temía.

En lo que los especialistas desgranan ese retroceso, lo conducente en términos políticos es recordar que esta reforma es enteramente una propuesta de la presidenta Sheinbaum, y que ella asume no sólo la autoría, sino los criticados términos de la misma.

Claudia Sheinbaum, por tanto, es la gran desamparadora.

Si un ciudadano veracruzano o una ciudadana poblana –y, para el caso, hidalguense, potosina o queretana–, demanda rendición de cuentas por las lluvias a los respectivos alcaldes o a la gobernadora y gobernadores, la presidenta está del lado de quien cree que no es tema.

Y cuando, en cualquier otra materia, una persona pretenda reclamar actos de autoridad en un juzgado, se topará con la reforma claudista, que empodera los actos del gobernante por encima de los derechos del gobernado.

La presidenta no advierte que, en tal escenario, todos y cada uno de los problemas y disputas escalarán hasta ella. O quizá sí, y no le importa.

Que antes, los jueces, vía el amparo, podrían ayudarle a equilibrar disputas, a desahogar abusos, a contener apetitos y excesos de quienes ejercen poder. No repara en que no eximir a otros en su desempeño en situaciones críticas incentiva un buen actuar.

Quiere que sólo un amparo valga. El de pertenecer a Morena, como ella. Los que no, sépanse desamparados.

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